sábado, 22 de agosto de 2009

Ari

Ari era de esas personas que encuentran su hogar en cualquier sitio. Podía dormir o estudiar en un bar, podía comer en clase y podía follar en la lavandería del hotel. Con sus pies solía gustarle de sembrar margaritas en la arena.
Era reluciente y luminosa como un gigantesco limón, pero con una amargura distinta. Había que comerla bien madura, como una cereza. Crujía dulcemente. Crujía escandalosamente...
Ari desprendía el mismo calor que una cafetera, esas cafeteras que algunos bares no apagan ni por las noches, esas cafeteras que siempre arden. Pero ella no te preparaba un café por la mañana. Si quieres café, la cafetera tiene agua y el café molido está en el estante de la derecha. No le preocupaba ser útil. Prefería su cama.
No era de aquellas mujeres que aspiran a supermodelo, era atractiva a morir, pero no deseaba la paz en el mundo. Ari sólo quería caramelos de fresa, de esos que por dentro llevan una gelatina ácida, que le provocaba unos escalofríos tremendamente divertidos en la espalda, para no olvidar que, incluso el chocolate más dulce, le podía resultar amargo.

3 comentarios:

  1. Mmmm, qui serà Ari... té igual, mola :)

    un bes!

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  2. jajaja! gràcies...

    és un ''collage''! ;)


    1kiss

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  3. Ei que bonico!! m'agrada!Trobe que està ple de descripcions contrastades molt encertades :)

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