domingo, 20 de septiembre de 2009

Caprichos


Si tan sólo fuera el cigarro lo que arde hasta convertirse en ceniza... Al apagarlo advierto que un fino hilillo de sangre rodea la boquilla. Maldita sea! Otra vez me sangran las encías: los nervios hacen mella en mí.

Tanto cambio, tantas cenizas... y tu, siempre tu. Siempre aquí para recordarme que por las nubes no se anda, que los pies deben estar sobre el suelo... y la cabeza también. La cabeza siempre a ras de suelo, por debajo de ti, sí. Así la querías. Así me querías.

Estoy helada. La puerta del balcón abierta y mis pies que cuelgan delante de la cortina desde el sofá rojo. Tumbada y con los pies al aire, rozándo con la cortina, para que no toquen suelo. Esta vez no.
Esta vez no dejaré que esta maldita soledad me tatúe la piel con su negra melancolía. No dejaré que el miedo me atrape de nuevo entre las paredes de mi habitación.

Quiero sentirme grande, quiero sentir la rectitud de mi columna, sólo arqueada por los tacones que me acabo de comprar. Y la vista alta, al nivel de los ojos de aquellos que quieran mirarme.

Suena el teléfono... De nuevo a tocar tierra. Y salgo corriendo a ver quien es.
Le acabo de conocer. Sólo nos hemos visto una vez. Quiere quedar. La verdad es que estoy asustada. Me intimida. Y creo que yo a él también, aunque no sabe que me siento vencida, que tengo miedo, y que lo que él ha visto hasta ahora es mi coraza... Últimamente sólo sé sincerarme a través del sexo, cuando estoy desnuda, cuando descubren qué me gusta y qué no, cuando me ven sinceramente rendida ante unas manos expertas... Aunque también siento que ésta es la única forma en que puedo conocer verdaderamente a alguien.

Decido decirle que sí, nos vemos para cenar. Pero antes me da tiempo de echarme una siesta y ducharme con calma.

Al salir de la ducha veo el pequeño vibrador con mando a distancia que, desde hace poco, forma parte de mi pequeña colección de caprichos. Pongo el mando en mi bolso y el vibrador sobre la mesita, para que no se me olvide ponérmelo antes de irme.

No es que quiera excitarle o provocarle, lo que pretendo en primera y última instancia es saber cóno reacciona, quién es. Espero verle intimidado y vencido por su propia timidez, interrogándome con la mirada acerca de este despropósito mío... Me haría sentir poderosa... Aunque mi más profundo deseo es que esconda ese mando en un bolsillo de su pantalón, que me mire sin decir nada, y esperar, completamente vencida, el momento en que decida activarlo...

3 comentarios:

  1. genial!

    genial provocació. Entenc la sensació. realment arrebatador i, perque no, real.

    tenim coses pendents! ;)

    besets!!

    ResponderEliminar
  2. :)

    Correcto, moltes coses pendents... vi, caximba i, lu ´més important, una xerradeta m´s que necessaria...

    I posar-te en escorzoooooo!

    Grasis pes cumplits! ;)


    Muak!!!!

    ResponderEliminar
  3. I real... en part sí, i en part no... però seria un puntàs. No descart fer-ho algún dia... xD

    ResponderEliminar